jueves, 14 de julio de 2011

149.- Una antepasada de los Kennedy

Ahora entra en escena una bella figura noble y caritativa. Es la marquesa Cecilia Serlupi Crescenzi, emparentada con la alta nobleza romana, aunque ella es irlandesa y es una antepasada de los Kennedy, de hecho, su apellido paterno es Fitz Gérald. Su familia, establecida en Roma para vivir cerca del dulce Cristo en la tierra, se relacionaba con todos los representantes de las naciones en la Santa Sede. Ella se casó con el marqués Serlupi, muy conocido por su fe cristiana y por su fidelidad al Papa.

Esta amable mujer anglosajona, que elegantemente se había romanizado, había tejido una red de relaciones y de amistades vastísima y a un alto nivel, pero su corazón permanecía cerca de los pobres. Madre Le Dieu nos da una muestra de cómo fue el primer encuentro con la Marquesa, que desde un principio sintió cercana a su condición y a su rango.

El 20 de enero de 1883, al término de un día de idas y venidas como siempre, escribe: “Después de haber oído hablar de la marquesa Selupi sentí el impulso de ir a visitarla en la calle del Seminario nº 113. Hay dos marqueses que llevan este nombre: ¿a quién dirigirme de los dos? ¡Dios mío, guía y bendice mis pasos. Detén a este pobre canto que rueda sin que ni un hilo de hierba se pegue a él; poco importa dónde se parará con tal que sea en vuestras manos!

La encuentra el 23 de febrero, pero no es el momento de poder hablar con ella. El 27 se decide a hacerle una visita. “La Marquesa, anota, me recibió muy bien y me dio una carta de recomendación para el Superior del colegio germano del que depende el monasterio de S. Esteban Rotondo”.

El 2 de marzo Madre Le Dieu y los párrocos de S. María Mayor y de S. Lorenzo hacen una visita a S. Esteban Rotondo y eligen los locales: una cocina, un refectorio inmenso, un pasillo y siete u ocho habitaciones.

El 5 de marzo se trasladan a S. Esteban, donde el Canónigo Lazzareschi lleva la respuesta del Cardenal:

1) “El cardenal Vicario no le prohíbe ir a S. Esteban;

2) actualmente no aprueba la Obra, aunque no prohíbe que se haga el bien;

3) piensa que es imposible su ejecución. Él dice no tener nada que ver con la Obra,

4) desaprueba el artículo que se ha dado a la imprenta”.

Madre Le Dieu anota con una cierta gracia: “Leyendo el primer artículo me da la risa y digo: ¡gracias, Dios mío!

Referente al segundo: actualmente, etc., no dice que no la aprobará más tarde. No prohíbe: por tanto deja libertad de hacer el bien.

Se desentiende de la Obra; no es comprometedor.

Considera imposible su realización: y yo no dudo del buen éxito, mientras no encuentre obstáculos.

Desaprueba el artículo dado a la imprenta; quiere decir que no debemos difundir la relación; muy bien, de hecho la hemos dejado aparte y no la usaremos”.

Estando así las cosas, se dirige al canónigo Lazzareschi:

–”Y bien, Padre, ¿usted será el superior?

–Sí.

–¿Y el párroco de Santa María Mayor el director?

–Sí.

–¿Y el de S. Lorenzo el subdirector?

–Sí.

–Entonces todo está bien”.

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