viernes, 29 de julio de 2011

160.- ¡Oh Roma!, ¿qué he venido a buscar entre tus muros?

El mantenimiento de una treintena de personas requería medios bastante considerables. Para hacer frente a todo esto se contaba con la marquesa Serlupi, las subscripciones del Alcalde Torlonia y de muchas familias nobles, la colaboración del Banco de Roma, las ofertas del Papa, de los religiosos y de los familiares de Francia; ni siquiera faltaba el óbolo del pobre. El 5 de julio Madre Le Dieu escribe: “Ayer por la tarde un joven sacerdote vino a traernos la subscripción para el Protectorado de unos treinta obreros: 5 francos y 25 céntimos. El buen Dios tiene en cuenta el óbolo del pobre, aquella buena gente, privándose de un cigarro o de una copa, hace un verdadero sacrificio”.

El 20 de agosto, fiesta de San Bernardo, escribe: “Bernardo, ¿qué has venido a hacer aquí? ¡Oh soledad de Citeaux, tú has sabido lo que he dicho, atravesando muy rápidamente tus hermosas paredes y lo que quería encontrar! Yo repetiré las mismas palabras: ¡Oh Roma!, ¿qué he venido a buscar entre tus muros y qué he encontrado hasta hoy? Dios mío, mantened mi ánimo y mis fuerzas y dadme personas que me ayuden en espíritu y en verdad.

En esta situación provisoria y en esta estación del año me siento muy cansada para trabajar. Las horas, los días y los meses acumulan un pesado fardo, el de la edad, que yo todavía no percibo porque me siento mejor que años atrás.

Sin embargo, no debo abusar ni contar con un futuro demasiado largo. Me bastaría con dar a la Obra una base sólida y segura”. El 1 de septiembre anota: “Hoy es un día oscuro y nada anima a la esperanza. Pero no quiero desanimarme y deseo trabajar con todas mis fuerzas. Me siento cansada, pesada y consigo moverme con mucha fatiga”.

No obstante, el 13 de septiembre, al ver las nuevas construcciones que surgen, escribe: “Tengo miedo de que nos quiten la visibilidad. No nos hemos ido y, con la enfermedad del cólera que hay en toda la ciudad, nos veremos obligadas a quedarnos. Sin embargo, es necesario que comience a hacerme un pequeño manual de conversación para uso personal y me decida a hablar, bien o mal, el italiano ya que Dios me deja vivir aquí”.

El 20 de octubre escribe la última página del diario: “Ayer, Sor Rafaela ha ido a visitar al cardenal Vicario, el cual la ha acogido con gran deferencia y la ha animado mucho, él está muy contento de saber que estamos preparando la vestición de una postulante. La evidente benevolencia de Su Eminencia es el reconocimiento seguro de nuestra Obra. Santa Teresa dice: “La paciencia todo lo alcanza”.

Con estas palabras, Madre Le Dieu, termina su diario.

Monseñor Galliano Moncelsi anota con sutileza: “Esta expresión es el Nunc dimitis y la sabia de su laboriosa exis­tencia”.

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