lunes, 13 de junio de 2011

130.- Todo está perdido excepto la esperanza, que está a salvo

“Hágase la Voluntad de Dios; esto es lo único que deseo con mi entrega sincera y sin reserva a esta fundación. Yo me mantengo firme porque considero esta Obra, querida por la Santísima Virgen, por el Corazón del buen Jesús y por San José, que la han tomado bajo su protección. Si Dios no la quisiera, ¿por qué me ha dado estos deseos que duran más de cincuenta años?, ¿por qué me ha curado la Virgen de la Salette?, ¿y por qué el Sumo Pontífice ha concedido gracias tan grandes e inalienables? Sí, yo creo que Dios la quiere, no obstante mis miserias, por eso sigo adelante sin sombra de dudas y sin temor”.

Despojada de los bienes materiales, burlada por quien debía ayudarla, despreciada por sus propias hijas, esta mujer de fuerza sobrehumana no pierde el ánimo.

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