sábado, 12 de marzo de 2011

61.- Escribe el testamento ológrafo y la petición al presidente de la República

“En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Yo, la que subscribe, Victorine Marie Le Dieu de la Ruaudière, en religión Sor Marie de Jésus, propietaria y Superiora de la Congregación de las Religiosas de San José de la Adoración, con domicilio en San Maximino (Var), con el presente escrito deseo renovar la declaración verbal, hecha otras veces, de mis últimas voluntades.

Nuestra Congregación, no estando reconocida por el Estado, no puede recibir donaciones y legados con testamento ordinario.

Por tanto, para simplificar inconvenientes y gastos, he tenido que nombrar ante la ley a una legataria universal; pero verdaderamente la persona nombrada sabe que, lo que yo poseo, nunca pertenecerá ni a ella ni a su familia y que tiene libertad únicamente para el bien de la Obra. Ella no debe usar estos bienes si no es para la fundación perpetua de la Misa y la bendición cotidiana reparadora (esto, si cuando yo muera aún no se ha hecho). Y para la dote de las tres religiosas, también en perpetuo, si el legado, quitando los gastos de sucesión, fuera suficiente.

Hasta que no sea posible y necesario hacer esta donación ante la ley, cada superiora general transmitirá el uso, con el mismo procedimiento, a quien la suceda canónicamente junto al Breve autógrafo del Sumo Pontífice, Pío IX, del 15 de enero de 1863, el cual le concede en cualquier lugar y siempre los privilegios religiosos.

Cada superiora general debe conservar las notas y los consejos que he tenido que escribir para que quede de manifiesto lo que Dios, desde hace tiempo, me ha pedido y que ha bendecido ampliamente sin posibles fantasías ilusorias, habiéndolo hecho en un primer momento por medio del gran siervo Juan María Vianney, Cura de Ars y luego por medio de su Vicario infalible Pío IX sin ninguna influencia humana.

¡El Señor sea bendito! ¡Venga su reino! ¡Hágase su voluntad! Es lo único que busco y quiero, teniendo abierto este asilo de caridad, paciencia y misericordia para los cuerpos, los corazones y para las almas débiles, pero justas y revestidas de la buena voluntad, verdadera vestidura nupcial, única dote que pedimos, pero indispensable. Que sólo se busque el reino de Dios y su justicia. Se pague continuamente a Jesús amor por amor, vida por vida, muerte por muerte; esto es lo que cada superiora general, con la gracia de Dios, debe dejar a quien la suceda.

La Santísima Virgen, San José y Jesús Redentor serán sus modelos.

Hecho por triplicado en S. Maximino, el 27 de Mayo de 1871.

Sor Marie Joseph de Jésus, Le Dieu”.

En realidad, en este testamento, las únicas riquezas de las que habla se reducen a la que la testadora llama vestidura nupcial, o sea la buena voluntad.

En el verano de 1870 la señorita Villette, viuda rica y sin hijos, había pedido a Madre Le Dieu dos o tres religiosas para un orfanato que ella quería abrir en Neuve Lyre.

En otoño, la Curia de Fréjus escribió una carta de obediencia, pero las religiosas no pudieron ir porque Neuve Lyre fue ocupada por las tropas prusianas.

Cuando en Villafranca se firmó la paz entre Francia y Prusia, el Vicario Maurier le concedió la prórroga, escribiendo en la misma carta del año anterior: “Para todo el tiempo que Sor Marie de Jésus necesite para viajar al norte con el mismo fin”.

En agosto de 1871, Madre Le Dieu, en compañía de Sor San Michel, viajó hacia lo desconocido aunque su meta era Evreux. Pasando por París se acercó a Versailles donde el conde de S. Germain le aconsejó que hiciera las gestiones para obtener el reconocimiento civil de la Obra.

El imperio de Napoleón III había caído y Thiers gobernaba los destinos de la nueva república. Madre Le Dieu encabezó la petición al Presidente:

“Excelencia, he recibido del Sumo Pontífice Pío IX un Breve autógrafo que me permite establecer, según mis posibilidades, en cualquier lugar y en perpetuo los beneficios de nuestro Instituto, cuyo fin principal es la caridad y la educación de los niños pobres.

Espero que usted me conceda la autorización para abrir libremente nuestras casas del Patrocinio de San José, según los estatutos adjuntos, en toda Francia y en cualquier lugar bajo el patronato francés, quedando sometidas a las leyes del Estado como ciudadanas, de la misma manera que estamos bajo la jurisdicción episcopal como religiosas.

Teniendo la posibilidad de abrir en mi propiedad personal a la que tengo destinada esta Obra (en San Maximino –Var–) una casa para niños pobres con capacidad de 100 a 500 plazas, pido en este momento vuestra ayuda para sufragar los gastos necesarios y espero de su benevolencia la cantidad de 150.000 francos para los niños huérfanos de guerra y otras causas, con este dinero podremos asistir enseguida a 100 desde los tres a los cinco años para formarlos hasta los dieciocho-veinte años. Y le pido también una subvención de 50.000 francos anuales para asegurarles una educación completa desde los dos años a los veinte según sus fuerzas y capacidades.

Con respeto a Su Excelencia tengo el honor de ser su humildísima sierva

Sor Marie Joseph de Jésus, Le Dieu”.

Tuvo muchas recomendaciones: de hecho se interesaron el conde de S. Germain, muchos diputados de la Manga y algunos miembros de la Asamblea Nacional.

La Madre, siempre en compañía de Sor San Michel, fue a Evreux y entregó los documentos al Obispo, el cual la autorizó para ponerse de acuerdo con la señora Villette y bendijo la Obra.

La pobre viajera prosiguió para Avranches. El préstamo de Aline resultaba insoportable y las deudas de San Maximino la oprimían.

Madre Le Dieu escribió una carta al Obispo suplicándole para que le restituyera lo suyo, pero el pastor se limitó a devolvérsela.

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