lunes, 14 de marzo de 2011

63.- Nos ayudaremos mutuamente

Estipulado el acuerdo con la señora Villette, el 24 de octubre de 1871, Sor San Michel y la postulante Eugenia abrieron el orfanato de Neuve Lyre. Poco después se les unió Sor Francisca Legros, que había dejado la Congregación y arrepentida había obtenido el permiso para volver.

La Madre, a propósito de estos arrepentimientos, observa: “estas pobres hijas, que en cualquier sitio se encuentran a disgusto, dan pena. Ellas sufren mucho por el remordimiento y el desprecio del mundo. De todas las que nos han dejado o que hemos tenido que mandar, sólo dos han pedido volver”.

La señora Villette se comprometió a dar a las religiosas 800 francos y otros 2.400 para doce niños que tenían que ser preparados para trabajos agrícolas.

Organizada ya la casa de Neuve Lyre y habiendo encomendado calurosamente sus hijas a la rica señora, Madre Le Dieu volvió a París para continuar con las gestiones que había comenzado. Logró obtener el apoyo del director de la obra de adopción. En la post-guerra, París era un hormiguero de niños abandonados que para el gobierno constituían un verdadero problema. No faltaban religiosas que se ocuparan de las niñas, pero como se ha dicho, las leyes eclesiásticas les prohibían ocuparse de los niños. El director le dijo: “No sabemos dónde llevar a los niños de dos a seis años. Nos vemos obligados a confiarlos a familias de agricultores donde a menudo mueren por falta de cuidados o, aún peor, porque aprenden el mal; de esta manera nos ayudaremos mutuamente”.

El Ministro del Interior también se mostró favorable, pero el Comité de Asistencia a los huérfanos de guerra se opuso porque quería que los niños fueran adoptados por familias particulares y posiblemente parisinas.

Durante esta ausencia tan larga, la Madre intentaba acompañar a la comunidad de San Maximino mediante cartas que están llenas de sabiduría sobrenatural, rebosantes de amor materno y sentido del humor. Resaltamos algún fragmento.

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