sábado, 15 de enero de 2011

11.- El horóscopo

Victorine recordará “de qué lágrimas mana” su vocación y “de qué sangre”, y por eso cada día la vivirá más heroicamente.

Los superiores comprensivos le prolongaron el permiso para asistir a su padre hasta que éste no se trasladara a París. Luego, viendo su rostro marcado por el dolor, decidieron que la hija se quedara definitivamente a su lado a no ser que quisiera casarse una segunda vez, cosa que él no quería porque nutría un verdadero culto por la esposa fallecida.

Así terminó el período tormentoso de una vida religiosa hecha de experiencias y pruebas. La pobre Victorine tuvo que quitarse el hábito religioso, pero se llevó consigo el horóscopo que había recibido en Sta. Clotilde la mañana en que, ya curada, se levantó de aquella cama en la que esperaba la muerte. Ella llama horóscopo al texto de la Imitación de Cristo que había meditado aquella mañana y que marcó uno de los períodos más fuertes de su existencia, que será modelada perfectamente por aquella regla de vida. El horóscopo dice así: “Tú has de ser probado aún en la tierra y ejercitado en muchas cosas. Algunas veces serás consolado, pero no te será dada satisfacción cumplida.

Esfuérzate, pues, y aliéntate así a hacer como a padecer cosas repugnantes a la naturaleza. Conviene que te vistas de un hombre nuevo y te vuelvas un varón constante.

Es preciso hacer muchas veces lo que no quieres y dejar lo que quieres.

Lo que agrada a otros, progresará; lo que a ti te contenta, no se hará.

Lo que dicen otros, será oído; tú pedirás y no alcanzarás.

Otros serán grandes en boca de los hombres; de ti no se hará cuenta.

A otros se encargará este o aquel negocio; tú serás tenido por inútil.

Por eso se contristará alguna vez la naturaleza; y no harás poco si lo sufres callando. En estas y otras cosas semejantes es probado el siervo fiel del Señor, para ver cómo sabe ganarse y mortificarse en todo.

Apenas se hallará cosa en que más necesites morir a ti mismo, que en ver y sufrir cosas repugnantes a tu voluntad, principalmente cuando parece conforme y menos útil lo que te manden hacer.

Y porque tú, siendo inferior, no osas resistir a la voluntad de tu superior, por eso te parece cosa dura andar pendiente de la voluntad de otro y dejar tu propio parecer.

Mas considera, hijo, el fin cercano de estos trabajos, el fruto de ellos y su grandísimo premio; y no te serán pesados, sino un gran consuelo de tu paciencia. Pues por esta poca voluntad, que ahora dejas de grado, poseerás para siempre tu voluntad en el cielo. Allí, pues, hallarás todo lo que quisieres y cuanto pudieres desear. Allí tendrás en tu poder todo el bien, sin miedo a perderlo. Allí, tu voluntad, unida con la mía para siempre, no apetecerá cosa alguna contraria o propicia. Allí, ninguno te resistirá, ninguno se quejará de ti, nadie turbará o se opondrá a tu deseo; sino que todas las cosas que apetezcas las disfrutarás juntas, y llenarán y colmarán tus deseos. Allí te daré honor por la afrenta padecida, vestidura de gloria por la aflicción, y por el ínfimo lugar la silla del reino eterno. Allí se verá el fruto de la obediencia, aparecerá muy alegre el trabajo de la penitencia, y la humilde sumisión será gloriosamente coronada”. Después de una experiencia de pocos meses la vida religiosa se desvaneció como un sueño matutino. A los tres años de asistencia filial y de intensa vida de oración, la salud de Victorine reclama el aire nativo. La joven tuvo que dejar al padre en París para ir a Avranches. El Obispo quiere nombrarla superiora de una nueva obra de caridad que aparentemente era muy interesante, pero poco consistente. Victorine, de acuerdo con su padre y con los superiores de Sta. Clotilde, a los que quería siempre obedecer, y cumplidos los treinta años, comenzó un nuevo estilo de vida.

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