jueves, 27 de enero de 2011

22.- Bajo las alas del arcángel

Rica por su “tesoro”, la piadosa peregrina volvió a su Patria.

Le parecía que había perdido una decena de años y tenía la impresión de caminar con el sol bajo el brazo. Los hombres parecían más buenos, la creación más hermosa; hubiera dicho con Dante: ”Incipit vita nova”, comienza una vida nueva.

Con una carta de recomendación, escrita por el padre Eymard, se presentó enseguida al nuevo Obispo; el anterior había fallecido.

El santo sacerdote, entregándole la carta, le había descrito así a Mons. Bravard, su amigo: “Es un hombre de buen corazón, un hombre decidido; pero hágale escribir todo lo que promete, la memoria le puede traicionar”.

A Mons. Bravard no le gustaba mucho el triunfalismo romano, del cual aquel Breve le parecía bastante impregnado, y por eso la neofundadora tuvo una acogida más bien fría. Era la primera helada que caía sobre las flores. De cualquier modo, el Obispo consultó a sus consejeros y en enero de 1864, sin previo aviso, se presentó en el oratorio de Madre Le Dieu. Claro que el Obispo había visto cientos de capillas más bonitas y más artísticas, pero una tan exquisita y tan acogedora no la había visto nunca. Al encontrar todo en orden, él le dio vía libre.

La Fundadora replica: “Excelencia, no sólo esperamos esto, sino que le pedimos que nos indique el camino”.

“Muy bien, pronto lo conocerá”.

El día 31 de enero, el Obispo mandó el decreto de la fundación y un pequeño reglamento que había redactado con diminuta caligrafía. Dos días después, conmemorando la Presentación de la Virgen María al templo, Victorine inició la vida religiosa en el pequeño oratorio con una postulante.

El minúsculo brote tardaba en despuntar sobre el terreno, es decir, las vocaciones tardaban en venir, porque al temor que la Madre tenía de asumir la guía de las almas se unía la frialdad que mostraba el Obispo en relación a la Obra.

De hecho, en aquel tiempo se presentaron jóvenes y nos ofrecieron casas.

Madre Le Dieu informó al Obispo, rogándole que le dijera claramente si autorizaba la Obra, porque desde hacía varias semanas esperaba su contestación a este respecto.

El Obispo, molesto, respondió: “Yo deseo que sus designios sean los designios de Dios y que se mantenga siempre fiel a la gracia divina para no desmerecer la predilección de la cual usted cree ser objeto”. ¡Qué punzante aquel se “cree”! Luego intenta despedirla más suavemente: “Si tiene prisa para decidir, le repetiré lo que ya he tenido el honor de decirle: vaya a Roma o a cualquier otra diócesis de la que ya se ha hablado, si cree que allí las cosas serán según sus deseos. En cuanto a mí, tengo necesidad de ver bien claro en un tema tan importante; para esto espero a que me venga la luz de lo alto”.

Como se ve, “el Obispo no rechazaba nada, pero tampoco se concluía nada porque no nos daba apoyo. Por miedo a carecer de paciencia, de resignación o de prudencia, esperaba entre un paso y otro hasta que podía. ¡Cuánta lentitud, cuántos desengaños, cuántas pruebas de todos los estilos!

Pero, ¿qué hace? –me decía una persona que se interesaba por nosotras– ¿qué tengo que decir a quien me pregunta por el sentido de su vida solitaria?

“Diga que me preparo para morir”, y era verdad; durante todo el día sólo hacía esto, abandonada cada vez más en la Divina Providencia”.

El 7 de diciembre de 1864 salió a la luz otro documento que salpicaba destellos eucarísticos: la ficha de inscripción de la Asociación de los Hijos de Jesús Redentor y María Reconciliadora.

Los asociados se comprometían a recitar todos los días el Padre Nuestro y el Ave María o las oraciones de la ficha y hacer una oferta para la Misa Reparadora. Ellos participaban de todas las oraciones y de los méritos de los asociados y de muchas órdenes religiosas como los Carmelitas, los Dominicos, los Franciscanos, los Cistercienses, los Trapenses. De alguna manera la ficha era una especie de carnet que concedía el derecho de pertenecer a un grupo eucarístico.

Hacia finales de año una joven, que había oído hablar de la nueva institución, entró a formar parte de la pequeña comunidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario