jueves, 10 de febrero de 2011

34.- Diez piedras vivas

"Al dar el hábito a la tercera y a la cuarta religiosa habíamos evitado la ceremonia de una vestición mundana, a la que no estaban acostumbradas, y tomamos la decisión de permitirla sólo a las que, teniendo que renunciar a los vestidos del mundo, se los habrían puesto aquel día por última vez. Porque las buenas hijas, no estando acostumbradas a tales vestidos, no los saben llevar, no sienten dejarlos y a menudo en lugar de edificar parece una gala ridícula, sin embargo, no sucede así para aquellas que habiendo encontrado satisfacción en llevarlos, en ese momento hacen verdadero sacrificio dejándolos. Las hermanas de las que he hablado habían llevado con gran modestia su devoto hábito de postulante y cambiaron con alegría el pequeño velo de la primera consagración por el gran velo blanco, primicia de un compromiso más serio. Así se hizo entonces y así se hará en el futuro para permanecer en la sencillez y en la verdad. En dos años, el Obispo ha bendecido y consagrado (dos veces), él mismo o por medio de algún delegado suyo, a diez piedras vivas del edificio que Dios, en su bondad suprema, destina al servicio de Jesús Redentor y María Reconciliadora bajo el patrocinio de San José”.

Como se ha intentado explicar, el nombre de “Hijas de Jesús Redentor y María Reconciliadora” era dado a todas las mujeres, aunque fueran adolescentes o esposas, que se unían al movimiento de Adoración Reparadora, por eso resultaba un nombre genérico que no caracterizaba a las hermanas que, viviendo en comunidad, debían constituir el núcleo organizador, animador y directivo de la Obra de reparación. El Obispo, que había estudiado bien el estatuto redactado por la Fundadora, se dio cuenta de esto y por eso en los documentos diocesanos y en el registro de fundación denominó a aquellas vírgenes “Religiosas de San José de la Adoración”. La Madre llamó a la obra del orfanato con el nombre de Protectorado de San José.

La aparición de San José fue una sorpresa para Madre Le Dieu, no se dio por ofendida, con el ya sabido humor que nunca la abandonaba. Después de las pruebas sufridas anotó: “Nosotras hemos mantenido fielmente el nombre de Religiosas de San José y, no obstante las pruebas, queremos mantenerlo aunque el buen padre no nos parece tan favorable como lo es para otros que le son devotos y que llevan su nombre; sin embargo creo que le debo muchas gracias. Él permite que nos traten como ha sido tratado Él, y todo esto no es ninguna prueba de abandono”.

Más tarde, cuando Madre Le Dieu quiere que sus obras externas, como los orfanatos, sean reconocidas por el Estado, se da cuenta que aquella denominación de “Religiosas de San José” es demasiado devocional y poco viable para la mentalidad cívica y para sus hijas; escogerá el nombre de “Auxiliares Católicas”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario