lunes, 2 de mayo de 2011

100.- No la conoce, pero quien la suceda ya está preparada

Mientras tanto en octubre de 1876 se tuvo que dar por finalizada la corta experiencia de San Claud porque las promesas del Sr. Lambert se disiparon y Sor San Paul tuvo que partir para asistir a su abuela y a su madre.

En el ánimo de la Fundadora los fracasos no quebraban en absoluto la certeza de que la Obra se consolidaría espléndidamente.

El 1 de abril de 1877 escribe en su diario estas palabras proféticas: “veo que pasaré la fiesta de Pascua en la habitación, donde me encuentro desde hace diez días a causa de un ataque de lumbago que me ha obligado a suspender toda actividad. Dios me sostiene con la paz y la completa resignación. Todas las cosas que me ocurren las veo como queridas por Él y espero firmemente que, si Él permite pruebas y castigos personales justamente merecidos, no quiera destruir la Obra de misericordia y la pondrá sobre cimientos más dignos y más sólidos.

Me siento muy feliz al constatar que, si por una parte los ánimos dejan mucho que desear, se nota una mayor unidad en los deseos y en las actitudes del personal. Con relación a mi salud hemos estado preocupadas. No sé cuándo Dios me llevará con él.

Yo estoy siempre preparada, segura, sin ningún temor, porque Él ya sabe quién va a sustituirme y a cimentar la Obra. Quiero decir que en este momento no la conozco y no pienso que se trate de nadie que me esté cerca, porque en ninguna veo el signo distintivo del maestro que especialmente debe distinguir a las auxiliares Católicas: la dulzura y la caridad perfecta e inalterable”.

Cuando Madre Le Dieu escribía estas palabras, la huerfanilla Tarsilla Morichelli se encontraba en Arpino, en la Congregación de las Hijas del Sagrado Corazón y se preparaba inconscientemente para la futura misión.

A sus quince años no pensaba absolutamente que siete años más tarde y con el nombre de Madre Rafaela, recibiría en custodia la Obra de Madre Le Dieu.

Mientras en la urbe católica preparaban la fiesta de las bodas de oro de Pío IX, el Vicario del Santo Cura de Ars, dijo a Madre Le Dieu: “Es necesario que cuanto antes pongáis en regla la Obra con la aprobación de la Curia Romana”. También en aquel año, con ocasión de las bodas de plata de los primeros votos que emitió a los 18 años, pensó ir a Roma y combinar las dos fiestas: una del padre y otra de la hija.

En aquella ocasión habría concluido las gestiones en los Dicasterios Pontificios. Como si se quisiera entrenar para las caminatas que le esperaban en Roma se ejercitó muy bien, recorriendo París a pie. “No hay día en que cogiendo al menos dos o tres ómnibus, yo no deba todavía caminar dos o tres horas. ¡Nunca hubiera pensado en esta vida tan activa; e indudablemente no la podría soportar si Dios no la quisiera para mí!”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario