domingo, 1 de mayo de 2011

99.- Un fundador al lado de la fundadora

En este orden de cosas toma forma la figura del párroco Don Ireneo Coullemont. Él todavía es joven, emprendedor y con muy buen espíritu, pero no logra comprender cómo Madre Le Dieu tenga que tener su aposento general en París, cuando en Aulnay urge tanto su presencia.

A él lo que le interesa es el orfanato de Aulnay y no piensa absolutamente en la Obra de la Adoración Reparadora. Trabaja para que el orfanato, que siente como suyo, prospere. Y en realidad su aportación de hombre práctico no es indiferente. Da conferencias a las religiosas y con ellas comparte alegrías y penas sobre todo en ausencia de la superiora. La seguridad que inspira, la convivencia en el trabajo y la comprensión conquista la confianza de las religiosas y él, quizá sin quererlo, se convierte en fundador al lado de la Fundadora. Mientras tanto el orfanato de Aulnay permanecía acampado en el invernadero de naranjas del Conde, y sin duda necesitaba que le asignara un domicilio fijo. Para comprar un viejo molino, Madre Le Dieu, hizo alguna gestión con el dueño, que era el conde alcalde

Éste quería un anticipo de 10.000 francos sin precisar el precio total y ponía algunas condiciones por el curso de agua que atravesaba el terreno. La Madre, como educadora y poeta, no quería resignarse a perder el riachuelo, por eso escribe al notario, que era el encargado de la gestión: “Nosotras compramos el terreno en vista del riachuelo para disfrutar de él de modo absoluto y total; derecho al baño, a la pesca, a la toma de agua y a la cascada.

Por tanto, las palabras “riachuelo no incluido” hay que estudiarlas bien”. Y así, como Dios quiso, se llegó a un acuerdo, se firmó el acta notarial y se comenzaron los trabajos de rehabilitación.

El día 1 de marzo de 1879, la algarabía del grupo de niños compite con la armonía de la cascada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario