domingo, 8 de mayo de 2011

106.- Será para nosotros una reliquia

Madre Le Dieu, en su segunda estancia en Roma, no tuvo la suerte de obtener una audiencia particular con Pío IX, pero lo vio varias veces.

El 25 de julio, día antes de marchar, pudo asistir a la audiencia general del Papa. “Su aspecto, escribe, era muy vivaz y la voz la tenía mejor que en el mes de junio; su modo de andar me pareció el mismo que en 1863. Cuando estuvo cerca, le rogué que diera una bendición especial al libro de las Horas; ¡qué pena que no era nuevo!

El Papa lo cogió por un momento en sus manos. ¡Qué suerte! Él ha tocado la pobre funda; será una reliquia para nosotras”.

Madre Le Dieu volvió a Francia en barco. En Marsella la esperaba Sor San Michel muy emocionada, y apenas la localizó entre los pasajeros, comenzó a hacer gestos de alegría. “Le hice una señal para que no me esperara bajo el sol durante todo el trámite del desembarque y que fuera a esperarme a la aduana. Creyendo que tenía que personarse enseguida, desplegó sus alas tan rápidamente que dos sacerdotes, que estaban a mi lado, comenzaron a reírse con todas las ganas, diciéndome que, a pesar de la circunstancia atenuante de la alegría que le causaba mi retorno, como es natural, yo le debía castigar por haber faltado a la seriedad religiosa de ese modo. Yo comprendía el estado de ánimo de la buena religiosa; la alegría de volverme a ver, evidentemente dominaba todo. Dado mi ligerísimo equipaje, ahorramos el ómnibus hasta la Canne­brière, y esto fue una suerte porque encontramos una iglesia abierta por el camino y entramos justo a tiempo para cantar con mucha devoción el Tantum ergo y el Laudate Dominum Omnes Gentes, que siempre repito con mucha alegría, sobre todo en tierra extranjera”.

En Roma, la pobre Madre, visitando las basílicas y subiendo y bajando las escaleras de los dicasterios eclesiásticos, había dado una buena paliza a su cuerpo, al que ella llamaba graciosamente “Martín”, como los leñadores normandos llamaban a su asno.

Por eso ahora habla de él con ternura.

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