sábado, 2 de abril de 2011

73.- El obispo ya no la considera religiosa

Parecía imposible que esta vez el ataque de la prensa hubiera precedido al eclesiástico, por eso la Curia de Fréjus empezó a actuar. La pobre perseguida, el 14 de mayo, hizo otra tentativa: pidió a la Curia el permiso para hacer una lotería. Con la ganancia hubiera pagado sus deudas. Aprovechaba la ocasión para pedir también el nombramiento del confesor. Para colmo, tuvo esta respuesta: “Reverenda superiora, nosotros no tenemos facultad para autorizar loterías; solamente el Prefecto puede dar estos permisos.

En cuanto a la carta de obediencia, el Obispo no quiere que la mande, porque él ya no la considera religiosa de su diócesis. Me confía el triste encargo de deciros que Él ya no considera como casa religiosa la de San Maximino y retira todas las concesiones que habían sido acordadas. Para la confesión se puede dirigir al sacer­dote que prefiera. Vuestro respetuosísimo servidor Barnieu. Vic. Gen”.

La señora Planque, exasperada por los artículos de los periódicos, inducida por las malas lenguas, no quiere quedar en segundo plano; el 15 de agosto dio el ultimátum a Madre Le Dieu: si dentro de un mes no salda la deuda, ella procederá a la expropiación de la casa.

El 25 de septiembre la Madre, perseguida por la desventura, parte de San Maximino para hacer una enésima tentativa de procurarse dinero, pero le llega la siguiente notificación.

“José Antonio Enrique Jordany, por la gracia de Dios y de la Santa Sede obispo de Fréjus y Tolone, Asistente del Solio Pontificio, viendo el estado de miseria en la que se encuentra la comunidad de San José de la Adoración de San Maximino (VAR), autorizamos a la Madre Marie Joseph de Jésus y a su compañera Sor San Michel, a dejar la casa y a entrar en otra comunidad o a secularizarse. En este caso, las dispensamos de los votos, excepto el voto de castidad perpetua.

Durante el tiempo que han permanecido en esta diócesis, declaramos que su conducta ha sido siempre religiosa.

Fréjus, 11 de Octubre de 1873

Barnieu. Vic. Gen.”.

Indudablemente este documento sonaba como un certificado de muerte religiosa. Cualquier persona en esta situación se hubiera quebrado, sin embargo, Madre Le Dieu, se limita a comentar: “Si para la diócesis de Fréjus todo ha terminado, mi misión no ha terminado. En esta nueva persecución yo siento un nuevo entusiasmo. Dios me da una paz y una alegría cada vez más grande”.

Ante una fe tan fuerte se nos ocurre comparar su ideal a un diamante de proporciones excepcionales que los chicos, creyéndolo una piedra común, se divierten tirándola al suelo sin lograr partirla lo más mínimo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario