martes, 26 de abril de 2011

94.- Tuvo que combatir la calumnia

Cuenta Madre Le Dieu: “En 1875, hacia la fiesta de todos los Santos, sabiendo que el Obispo se había quedado en Aulnay, pensé que era mi deber asegurarme qué intenciones tenía a nuestro respecto.

El Obispo me recibió más mal que bien por las referencias que le habían llegado desde Coutances y de Fréjus; era realmente extraño que después de todo lo sucedido nos dejase continuar. “Yo ya no os considero religiosas, dijo; el Conde Gourgne es muy libre de tener en casa a quien quiera, pero esto no me obliga a admitir a personas forasteras que no son bien vistas; yo iré a Aulnay, pero usted no me verá porque para mí no existe; nada he sabido de la apertura de la casa de San Claud y no os permitiré hacer ninguna colecta en mi diócesis”.

Le di las gracias por habernos dejado vivir libres no obstante las advertencias en contra nuestra, y le rogué que volviera a revisar nuestra situación pasada y presente.

“Usted, le dije, nos ha bendecido para ir a Aulnay, exhortándonos a buscar un medio para vivir; hemos ido a San Claud porque un empleado de la asistencia pública nos ha asegurado un alquiler que nos permite encontrar el lugar conveniente donde establecernos; bendígame de nuevo”. Y me puse de rodillas. El Obispo, emocionado, me dio su bendición.

La señora De T. ha recibido una carta de su tío que la advierte que no se mezcle en nuestros asuntos, “porque –le dice– nosotras hemos sido secularizadas y echadas de la diócesis de Coutances”.

“No debe tardar en combatir esta calumnia, me dijo Mons. de Sussex; porque hace imposible cualquier fundación pasando de Obispado en Obispado. Mientras no sea aclarada no querrán autorizaros en ningún sitio”.

¡Lo creo! ¡Esto no me turba absolutamente; sin embargo creo que es necesario trabajar para acabar con ella!”.

Pero el director de la asistencia pública, el Señor Lambert, que se ha mostrado tan entusiasmado de la Obra, ¿no le ayuda?

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