lunes, 25 de abril de 2011

93.- Con las alegrías se alternan los dolores

La casa de S. Maximino, que antes había sido saqueada y luego secuestrada, fue subastada. Pero como nadie concurre, la casa vuelve de nuevo a la señora Planque que así termina de protestar. A Madre Le Dieu no le falta su comentario ascético: “Dios lo ha permitido, Él también ha tenido que repartir sus vestiduras y echar a suerte su túnica. No hay que hacer más que un acto de completo abandono.

Los hombres se empeñan en destruir, pero la Providencia es fiel en todo momento”.

Escribe Madre Le Dieu: “Ayer el buen Dios me mandó a Sor San Michel muy preocupada por mi salud. Así pudimos cortar los pantalones para los niños. Parece que se ha multiplicado la tela, pues no creíamos que hubiera tanta, pero Dios sabe que la necesitamos. Desde que nos regalaron la tela han venido al menos diez niños más. Todos estos niños, pequeños y grandes, me demuestran su cariño y yo también los quiero.

Todavía no he dicho el nunc dimittis, pero lo diré con agrado cuando Dios quiera. Él sólo puede obrar y llevar adelante esta Obra, Él es nuestro único objetivo”.

Y algún día después, confirma: “Ayer el buen Dios nos mandó cuarenta francos cuando ya ni siquiera teníamos diez. Pero, ¿qué es este dinero para dar de comer cada día a más de cincuenta personas? Puesto que todo esto constituye un milagro evidente de la multiplicación del pan, desde hace dos años hasta ahora, no tengo ninguna preocupación”.

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