martes, 12 de abril de 2011

81.- Llegan las golondrinas, pero no traen buenas noticias

El buen humor nunca falta ni siquiera en cuaresma. Tiene la ocasión de ver a su médico y le dice bromeando: “Hace tiempo no me permitía el ayuno, ahora lo practico”. Como médico me respondió: “A su edad y con su trabajo queda dispensada”. “Verdaderamente creo que no podré soportarlo por mucho tiempo”.

¡Finalmente llega la primavera, pero las golondrinas, para la Madre no traen buenas noticias! Al contrario, llega una que la deja de piedra. Ha muerto en un manicomio Mons. Bravard, privado de la luz de la razón. Ella escribe en su cuaderno: “Hoy recibo una dolorosa noticia: Mons. Bravard debe estar en Sens muy enfermo ya que le han dado los últimos Sacramentos. Nunca le he deseado ningún mal. El Señor haga todo para nuestro bien y me conserve la paz inalterable y preciosa que sobrepasa todo sentimiento y me sostiene en todas las pruebas”.

Llega el verano sofocante de la metrópolis, pero más que el bochorno lo que hace sufrir es la situación de provisionalidad, que debilita y exaspera a tanta gente. Pero ella puede escribir: ”Para mí es una gracia grande que no me falte la paciencia”.

En aquella situación de provisionalidad, sin ninguna claridad sobre el horizonte, de día en día florece la juventud de Sor San Michel y de Sor San Paul. Estas pobres criaturas son felices cuando pueden asistir a algún enfermo. El 12 de julio, Madre Le Dieu escribe: “Ayer por la tarde hacia las ocho y media estábamos las tres en la cama; porque nos sentíamos algo cansadas, habíamos anticipado la hora del descanso cuando oímos llamar a la puerta. De parte de la Condesa Ducatel se pedía con urgencia una asistente para un señor anciano y enfermo en Ternes. Las buenas hermanas se levantaron y una se fue valientemente; ellas están muy contentas de poder trabajar para tener alguna ayuda; ¡pobres hijas!, ¿qué querrá el buen Dios con todo esto?”.

Si no se conociera la fe ilimitada de la Madre y el amor que aquellas dos jóvenes tienen a Jesús, uno estaría tentado de gritarle a la cara: “¡Usted es una gran cabezota!”. Pero en aquella habitación escuálida, donde falta todo lo necesario, está entronizado el crucifijo.

También en una montaña rocosa puede florecer una flor. “Me han pedido que me interese por un huerfanito que destaca por su buen comportamiento; tiene unos siete años, parece muy débil, pero es inteligente; está muy contento de ser monaguillo, en el altar parece un ángel, por eso siento que le quiero. Tiene gran confianza en San José, espero que sea uno de nuestros primeros niños”.

18 de julio: fiesta de Nuestra Señora de la Bonne Délivrance.

El pasado revive en la miseria extrema del presente. La Madre repasa su vida a los pies de la Virgen Negra, aquellos momentos en los que su juventud se abría ante ella como una flor. “Tuve la idea de pedir a la Superiora General un trozo de pan para comer y así celebrar la fiesta, como hace cuarenta años, en espíritu de abandono a la Providencia. Desde entonces mi vida ha sido un continuo acto de obediencia, es decir, de sumisión del corazón y de la Obra a todo lo que la autoridad me ha pedido sacrificar”.

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