miércoles, 27 de abril de 2011

95.- La diplomacia no es su fuerte

Desgraciadamente la antipatía, como todos los fenómenos vitales, está destinada a crecer y la del Señor Lambert creció hasta la guerra fría. La diplomacia, que en aquella coyuntura se habría vuelto oportuna, ciertamente no era el fuerte de Madre Le Dieu.

La Fundadora, en sus memorias, da este juicio del Señor Lambert: “Hemos recibido una nueva carta del Señor Lambert en la que dice que se niega a pagar las cuentas.

Nuestra directora le contesta a sus palabras con mucha serenidad y sin muchos miramientos. ¡Pobre hombre! ¡Qué pena da verlo en esta actitud! Él puede hacernos mucho daño dada su buena posición y su reputación de benefactor que goza de mucho crédito, hasta que no se le conoce a fondo”. Este burócrata no se limita sólo a recortar los víveres, que a pesar de todo debe a los huerfanitos, los cuales figuran como sus protegidos, sino que denigra con la lengua, que la tiene bastante expedita. Leamos este otro texto del diario: “El Señor Lambert, que había estado mirando al alcalde mientras me despedía le hizo creer que había obtenido cien francos para mí y que no era agradecida..., que no era la superiora, porque tres personas no formaban comunidad..., que mis cálculos no eran los suyos..., que el año pasado había pagado 1.500 francos de mis deudas, que nosotras deberíamos unirnos a una comunidad más importante; todo esto con un aire de ingenuidad y de benevolencia que fácilmente hace comprender cómo un hombre rico tenga incontestablemente que tener razón:

Yo hablé francamente al Señor Conde de mi relación con este individuo y he visto que él me creía más a mí que a él, así me ha parecido”.

Mientras tanto, Madre Le Dieu, para procurar el pan a sus hijos, tiene que afrontar viajes incómodos y llenos de aventuras.

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